¿Qué culpa tengo yo?

No paran de preguntar por mí. Sin embargo, mi naturaleza no me permite acudir si me llaman. Como mucho, me dejo llevar por el viento: sople por mi derecha o por mi izquierda. Me da igual. Les dejo hacer, no tengo más remedio. A pesar de esas limitaciones, dicen que tengo mucha fuerza. Que solo con verme se despiertan las más profundas y antagónicas emociones. No lo entiendo. Yo soy la misma. Yo no cambio. Espero que pronto me devuelvan a la tranquilidad de mi mástil. Desde ahí tengo la falsa sensación de que ondeo para todos los españoles.


Carta publicada en XL Semanal. Nº 1702. Junio de 2020.




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