Estafadores y estafados

Dieselgate, el último escándalo del año. Hagamos un pequeño resumen de la macro estafa en cuestión para los más despistados. Resulta que la automovilística Volskwagen (en adelante VW) ha implantado un software (no pienso volver a llamarlo así, aviso) en los motores diésel que montaba en varios de sus modelos. Hasta aquí todo correcto, podría tratarse de un avance tecnológico que hiciera al coche en cuestión más inteligente, sensible a los obstáculos de la carretera o proporcionarle al navegador una voz más cercana y agradable (como la de Scarlett Johansson en Her). Pero no. El dichoso cachivache tenía por finalidad camuflar las emisiones de los vehículos de tal modo que los coches superaban los controles ajustándose a los límites máximos de contaminación permitidos (cuando realmente las emisiones eran entre 10 y 30 veces superiores a las permitidas). Por si fuera poco, el chisme, se conectaba automáticamente cuando detectaba las pruebas y mediciones de contaminación tomando como referencia la posición del volante, la de las ruedas y no se qué otras cosas. Vamos, que el cacharro era la pera.
Surgen muchos debates (como no podría ser de otro modo) alrededor del invento, entre ellos; ¿quién en VW conocía de la existencia de estos mecanismos? ¿Sólo VW aplica este tipo de instrumentos para falsear sus emisiones? ¿Es posible respetar los límites máximos de emisiones marcados actualmente? ¿Es posible respetar dichos límites y avanzar con nuestro vehículo a más de 60 km/h?. Entre otros.
En mi opinión (y de esto van los blogs), debe haber resultado muy costoso desarrollar un artefacto como ese software que prácticamente tiene vida propia. Quizá dedicar ese tiempo y dinero a investigar cómo podrían verdaderamente los vehículos contaminar menos habría servido para crear motores más respetuosos con el medio ambiente o para concluir que no se puede ofrecer un producto de calidad (velocidad, potencia...) respetando los límites contaminantes impuestos. Ambas consecuencias habrían sido más dignas que trucar los motores. El caso me recuerda a la época del cole (en la universidad jamás, sólo faltaría) en la que nos esforzábamos tanto en hacer una buena "chuleta" que el tiempo empleado en diseñarla, confeccionarla y ensayar su uso (lo más importante y lo menos practicado habitualmente por el estudiante medio) bien podríamos haberlo utilizado en estudiar la lección de forma ordinaria. Y el resultado ha sido parecido al de la metáfora, si no te pillan sacas un 10 (buen coche, buena imagen, coche verde) pero si te pillan no queda otra que agachar la cabeza y soportar el chaparrón (desprestigio, multas y futuro incierto).
En cuanto al resto de interrogantes, quiero pensar que sólo VW ha actuado así pero me extraña que el resto de compañías tengan una fórmula mágica para que sus coches no contaminen y sean potentes y sea sólo VW (hasta hoy reconocida y prestigiosa empresa alemana) la que no fue capaz de adaptarse a los límites. Y bueno, es evidente que ahí sabían del asunto todos los que tuvieran un cargo directivo o los propios ingenieros que montaban los cacharros en los motores.
El tema no es nuevo y eso es lo realmente preocupante. El colmillo de las grandes empresas está sediento de pardillos y cada vez son más concienzudos y elaborados los métodos y engaños empleados de tal modo que casi todo el mundo es susceptible de ser víctima de ellos (véase caso de las participaciones preferentes en bancos). Aún así las estafas de hoy en día parece que emplean artimañas mejor planificadas que otras que tuvieron un efecto parecido aunque no fueran tan sutiles, como es el caso del Fórum Filatélico (a día de hoy sigo sin saber quién pudo pensar que los sellos pudieran ser rentables) o los pagarés de Rumasa (aquello se veía venir sin necesidad de ser Keynes).
Aquí lo dejamos. Así es, hasta luego.

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