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Hace tiempo que consumimos entretenimiento a nuestro propio ritmo. Las plataformas como Netflix, HBO o Filmin ofrecen series y películas que podemos disfrutar en cualquier momento con un solo click. Lejos queda el formato televisivo que te mantenía en vilo semanas enteras para conocer el desenlace de un atraco, un secuestro, un romance o la supervivencia del protagonista a alguna gran desgracia. Si eres de los que se dormía antes de que el capítulo terminara, sólo podías saber lo que había pasado por amigos que si hubieran aguantado hasta el final (no había forma de volver a verlo). El fútbol ha vivido un proceso similar este final de temporada.

La declaración del estado de alarma en el no tan lejano 13 de marzo de 2020 provocó la suspensión de las competiciones deportivas durante tres largos meses. El 11 de junio de 2020, volvió La Liga. Desde ese momento, se jugaron diez jornadas en apenas 32 días. En solo un mes vimos 110 partidos de liga. El Madrid remontó la distancia con el Barsa y fue campeón, el Getafe se desinfló, el Granada entró en Europa Ligue, el Sevilla en Champions y por abajo descendieron Espanyol, Leganés y Mallorca. 

Disfrutamos de todos los partidos con avidez. No había público pero se introdujeron otros alicientes como los cinco cambios que hicieron muy interesantes unos partidos que al inicio tenían un ritmo lento, pero que con el paso de las jornadas adquirieron la tensión y competitividad de una liga ordinaria. Al fin y al cabo todos se jugaban sus objetivos en un sprint final agónico.

Lo mismo está sucediendo con la Champions. Se reanudó el 7 de agosto (cuartos de final) y concluirá el 23 de agosto. En esos pocos días hemos podido ver enfrentarse a: Real Madrid y Manchester City; Bayern Munich y Barcelona; Atlético de Madrid y Leipzig, entre otros. Otro tanto, con la Europa Ligue. 

Nos hemos acostumbrado a lo bueno: saber en muy poco tiempo el resultado de unas competiciones que de ordinario duran casi un año. Antes también veíamos mucho fútbol y muy seguido, pero las competiciones se alternaban sin que pudiéramos conocer su desenlace a tan corto plazo.

No hemos tenido tiempo de analizar y digerir victorias o derrotas, el siguiente partido estaba a la vuelta de la esquina. Los equipos han viajado sin apenas entrenar, confiando todo al estudio del rival y a la técnica. Las competiciones se están resolviendo con precipitación y eso quizá haya beneficiado que el Leipzig y Olympique de Lyon hayan llegado a semifinales de Champions. O no. No podemos saberlo.

En cualquier caso, esto acabará pronto y volverá la vieja normalidad. Poco se puede sacar de positivo en una crisis como la de la COVID-19, pero al menos nos llevamos este diluvio de partidos que nos ha permitido disfrutar de otro fútbol y consumir sin resuello partidos y más partidos.

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